Ironman, uno de los nombres más icónicos de los deportes de resistencia, está reforzando su compromiso con la sostenibilidad mediante una serie de iniciativas diseñadas para reducir el impacto ambiental de sus competiciones.
Un ejemplo destacado es Ironman Boulder, que se convirtió en uno de los primeros triatlones del mundo en recibir la certificación Evergreen del Council for Responsible Sport. El evento se distinguió por su enfoque de cero residuos, recogiendo cámaras de bicicleta para reutilización, reutilizando señalética e infraestructuras, y ofreciendo un servicio de lanzaderas que evitó miles de desplazamientos en coche. Además, se adquirieron certificados de restauración de agua y se compensaron las emisiones de gases de efecto invernadero generadas durante la prueba.
El respeto al medio ambiente también se refleja en las normas de carrera. Los atletas deben arrojar los desechos únicamente en zonas designadas, bajo riesgo de penalizaciones de tiempo o incluso descalificación. Esta exigencia ha logrado concienciar a los participantes sobre la importancia de un comportamiento responsable durante la competición.
Ironman Lanzarote, por su parte, ha impulsado prácticas innovadoras como el uso de boyas GPS para proteger el ecosistema marino, botellas reutilizables, materiales compostables para la carrera y mochilas elaboradas con materiales reciclados para los deportistas. Estas acciones han sido reconocidas por las autoridades locales y vistas como ejemplo para futuros eventos deportivos.
Con estas medidas, Ironman demuestra que las grandes competiciones de resistencia también pueden ser un motor de cambio hacia un modelo deportivo más sostenible, marcando el camino para los próximos años.