El mundo del tenis está evolucionando más allá de los saques y golpes ganadores. Con una creciente conciencia sobre el cambio climático y la responsabilidad ambiental, instituciones del tenis—desde torneos hasta jugadores—están adoptando prácticas más ecológicas. Wimbledon y la Lawn Tennis Association (LTA) en Gran Bretaña se han comprometido a alcanzar emisiones netas cero para 2030 y reducir significativamente su huella ambiental mediante planes integrales de sostenibilidad.
Los torneos del Grand Slam incorporan iniciativas ecológicas en su funcionamiento. Wimbledon persigue ser “Positivo para el Medio Ambiente”, con un 85 % de reciclaje y cero residuos en vertederos, monitoreando sus emisiones con tecnología de IBM. Por su parte, el US Open lleva más de 17 años con programas sostenibles, habiendo desviado más de 167 900 toneladas métricas de gases de efecto invernadero y compostado casi 1 000 toneladas de desperdicio alimentario. Otros torneos, como el Abierto de Australia y Roland Garros, apuestan por estaciones de hidratación reutilizables, envases biodegradables, reducción de residuos y restauración forestal.
En el nivel institucional, la ITF integra la sostenibilidad en su estrategia 2024, alineándose con marcos climáticos globales, mientras que Tennis Europe ha publicado una estrategia regional sobre infraestructuras sostenibles, eventos y defensa climática. La ATP publicó su primer Informe de Sostenibilidad, destacando iniciativas como una app de seguimiento de carbono, reducción de plásticos y metas de emisión para 2030 y 2040.
Los atletas también se suman: Zizou Bergs registra sus emisiones de viaje, recicla material deportivo y promueve una planificación geográfica más inteligente, obteniendo reconocimiento en el programa Carbon Tracker de la ATP.
Un desafío persistente son las pelotas de tenis. Casi las 330 millones fabricadas al año terminan en vertederos por siglos. Organizaciones como RecycleBalls recogen y reutilizan estas pelotas en superficies deportivas u otros productos.
En conjunto, la comunidad del tenis demuestra que el rendimiento deportivo y la responsabilidad ambiental pueden ir de la mano, construyendo un futuro más verde para el deporte.